Al nacer atravesamos un primer portal, aquel que marca el inicio de nuestra existencia terrenal. Luego, en la vida, hay veces en que las fronteras entre los mundos se pueden volver permeables y uno puede regresar al origen; no solamente a la propia concepción, sino también a un sinfín de lugares.

La ciencia ficción, así como ciertas disciplinas espirituales y trascendentalistas, nos enseñaron que es posible atravesar un umbral y encontrarse en otra dimensión, o al menos imaginar que es factible si algún iluminado descubre cómo hacerlo. ¿Qué pasaría si quien descifra cómo viajar en el tiempo somos nosotros mismos y experimentamos esa trascendencia cósmica?